En la madrugada del día sábado 7 de junio de 1919, en el puerto de Valparaíso empezó a soplar un fuerte viento, provocando un gran oleaje que impidió el trabajo marítimo durante toda la jornada. Durante la tarde a esto se sumó una lluvia que, con el correr de las horas, se hizo más intensa y alertó a todas las embarcaciones que se encontraban en el puerto. “En la tarde la fuerza del oleaje era enorme y las naves fondeadas en el puerto hubieron de alistar todos sus elementos en presencia del temporal que se les venía encima […] Olas inmensas se estrellaban contra los enrocados y malecones del puerto” (El Mercurio de Valparaíso, 8 de junio de 1919).
Ante esta situación, desde temprano varias embarcaciones comenzaron trabajos para reforzar sus amarres, con la ayuda de la Gobernación Marítima. Lamentablemente para el vapor “Limache”, esto trabajos no fueron suficientes puesto que a eso de las ocho de la noche, sufrió el corte del cabo de alambre con que estaba amarrado a la boya de proa, provocando que el vapor se dirigiera en dirección a los enrocados, estrellándose a eso de las diez y media, destruyendo por completo la embarcación y dejando 9 víctimas fatales, a pesar de que los miembros del Cuerpo del Salvavidas ya se encontraban trabajando, “Fue tal la fuerza del choque que el vapor se deshizo materialmente quedando convertido a los pocos instantes en una enorme cantidad de astillas y restos informes. En medio de aquella lóbrega obscuridad los salvadores se abalanzaron hasta la orilla misma con verdadero riesgo de su vida, ansiosos de arrebatar al océano alguna de las infortunadas víctimas del espantoso siniestro.” (El Mercurio de Valparaíso, 8 de junio de 1919).
Uno de los náufragos recuerda el momento de la catástrofe de la siguiente manera: “Serían como las 20 horas cuando se cortó el cabo de alambre de la proa quedando entonces sujetos de un ancla la que luego empezó a garrear. El capitán hizo entonces preparar la máquina a fin de dar avante, lo que se hizo poco tiempo después. Desgraciadamente el buque no daba arriba de cinco millas y ante semejante temporal en vez de adelantar solo lograba ir para atrás […] Las olas nos llevaban siempre hacia la playa, cuando nos sujetamos un poco con el ancla de proa quedamos a corta distancia de los enrocados y la situación no podía ser más crítica. Serían las 22 horas cuando sentimos que otra vez garreábamos y entonces la cosa se puso seria de veras pues ya no había escapatoria. En ese momento el capitán ordenó arrear los botes alcanzando a arrear uno cuando llegamos a la playa, en donde al primer golpe el vapor se partió en dos y luego se deshizo completamente” (El Mercurio de Valparaíso, 8 de junio de 1919).
Luego de pasado el naufragio comenzó la búsqueda de los cuerpos, uno de los primeros en ser encontrado fue el del capitán. “El cuerpo flotaba cerca del vapor “Corral”, desde donde se largó un cabo y se le mantuvo sujeto hasta que pasó la lancha de ronda de la bahía. El cadáver fue traído a tierra y enviado a la morgue. Estaba intacto, pero tenía demostraciones de haber recibido numerosos golpes, seguramente contra los restos de la nave que flotaban en el mar.” (El Mercurio, 10 de junio de 1919).
El vapor “Limache”, en sus orígenes fue conocido como “Ricardo Orchard”, el mismo nombre de su propietario en el momento de su construcción en Constitución en 1917. Cambia su nombre a “Limache”, cuando fue vendido a la firma Castelblanco y Cía. En el momento del naufragio transportaba 297 toneladas de 400 que era capaz de cargar.
Por Pablo Moya