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El eclipse que nos convoca

El eclipse que nos convoca

Buscando información sobre los eclipses vividos en Chile y con registro en los documentos que resguarda el Estado, hemos encontrado poca información, todo remontado al siglo XIX y de forma muy exploratoria entre los directores del Observatorio Astronómico Nacional de Chile (OANC).

Los eclipses son fenómenos naturales que por su dimensión siempre han impactado la Flora, la Fauna y las poblaciones que de tiempo remotos las tomaron como signos de fin del mundo o de malos augurios. En nuestro territorio, lo Mapuches mantenían una importante relación con el cosmos y dentro de su diccionario existen frases como los Lanantu «muerte del Sol» y Lancuyen «muerte de la Luna» que son utilizadas durante los eclipses.

Los primeros antecedentes de eclipses en la región de Coquimbo datan del 9 de junio de 1592, pero no se sabe mucho de él, ya que las actas del cabildo de La Serena, donde se presume hayan existido descripciones de los vecinos, se perdieron en 1680. Este fenómeno volvió a pasar en 1839 y en 1893 del cual se obtuvieron elos primeros registros fotográficos.

Pero la inquietud desde la República en el estudio de las estrellas y fenómenos de este tipo comienza en los primeros años de está, concretándose en 1852 con la ayuda de la Armada de Estados Unidos a través de la creación del Observatorio Astronómico Nacional de Chile (OANC). Es así como en 1853 el director del Observatorio, el alemán Carlos Moesta, teniendo como antecedente que en Perú se viviría un eclipse (30 de noviembre), pidiendo permiso al Ministro de Instrucción Primaria de la época para viajar a Perú para poder observar dicho acontecimiento:

«aunque el día 30, día del eclipse, amaneció nublado, se abrieron paso no obstante los rayos del sol a las 8 de la mañana ; el zenit se despejó i ya pareció que el cielo iba preparándose a manifestar dentro de pocas horas a los numerosos espectadores el grandioso fenómeno que les había atraído a un lugar tan apartado. Tomé luego algunas alturas del sol, rectifiqué el cronómetro e hice todos los preparativos necesarios para observar el Eclipse.» (Moesta, Carlos: Informe sobre las observaciones, hechas durante el Eclipse Solar. 1853)

Es así como el Director describe lo observado en el Perú el punto de mayor oscuración:

«Inmediatamente después de cubrirse el sol enteramente, apareció en la parte septentrional de la corona de luz una protuberancia de color de rosa, semejante a una nube i que pareció salir de la márjen de la luna. Su forma, que era lonjitudinal, i la posición al principio de su aparición van indicadas en el dibujo. El color de esta protuberancia no era homojéneo, sino evidentemente en algunos puntos mas oscuro que en otro ; la forma permaneció una misma ; pero en cuanto a su posición, creo poder asegurar que se movia hacia el rayo largo que salia de la corona de luz para abajo. Poco a poco se puso el color mas claro, i como lm 20m después de su aparición toda la protuberancia se habia desvanecido enteramente.» (Moesta, Carlos: Informe sobre las observaciones, hechas durante el Eclipse Solar. 1853)

Con esta incipiente información a través de la observación tomada por Moesta, se vivió en La Serena un nuevo fenómeno que quedaría registrado por el equipo del OANC liderado por el director Alberto Obrecht.

«Este eclipse total ha sido observado en Chile por tres comisiones científicas: dos norte-americanas i una chilena. Una de las comisiones norte-americanas, a cargo de conocido astrónomo señor Schaeberle, del Observatorio Lick» (Obrecht, Alberto: Memorias Científicas i literarias. 1893)

Es en estas comisiones donde se capturaron las primeras fotografías de un eclipse en tierras nacionales con más de 30 capturas del mismo:

«por ejemplo, he visto la série de las excelentes fotografías obtenidas por el señor Pickering, i realmente no se puede comparar lo que muestran estas fotografías i lo que se ve en el anteojo. 

El ojo es un instrumento incomparablemente mas delicado i perfecto que cualquiera lente. Para distinguir las finuras de un dibujo, es mui superior a la plancha fotográfica i, por lo que hace a los colores, la fotografía no los puede dar prácticamente todavía.

Sin embargo, la fotografía tiene la ventaja de reproducir con exactitud la forma i las dimensiones de los objetos» (Obrecht, Alberto: Memorias Científicas i literarias. 1893)

También desde la prensa de la época hay una descripción la cual daba cuenta del fenómeno vivido:

«Después de una noche completamente despejada amaneció ayer un día espléndido que hizo desaparecer el temor de que un cielo nublado impidiese observar el interesante fenómeno celeste.

Muy temprano comenzaron en gran parte de la población los aprestos para observar el eclipse, preparando los instrumentos necesarios, es decir, ahumando ligeramente un vidrio en la llama de una vela, modo sencillo de impedir que los rayos solares hiriesen la vista. Era de no creer cuan numerosos son entre nosotros los aficionados a la hermosa ciencia astronómica si ayer no se hubiese visto a multitud de personas armadas de su primitivo y sencillo instrumento contemplando el astro del día durante el eclipse. No escaseaban tampoco los profesores que explicaban prácticamente a sus oyentes menos instruidos las causas productoras del fenómeno. Si las observaciones populares de ayer no han hecho avanzar ni un paso a la ciencia, en cambio la ignorancia del pueblo ha sufrido un golpe nada insignificante, porque para nuestras clases inferiores no es ya un anuncio de plagas o epidemias, un castigo del cielo ni la señal de próximas guerras: ha pasado a ser un fenómeno natural común que se produce todos los años en mayor o menor número, dos veces por lo menos, aunque en diversos puntos del globo. 

Muchos creían que la parte del disco solar que la luna dejaría sin ocultar sería suficiente para producir la oscuridad: pero no fue así, aunque la intensidad de la luz disminuyo sensiblemente durante el máximum del fenómeno. Sin embargo, en los parajes que el sol no había iluminado todavía, como en las quebradas, sobre todo donde existían árboles, se notó que la luz tomo un tinte gris como si en ese momento amaneciese. Un airecillo bastante fresco contribuyo a dar más verdad al curioso fenómeno. Las aves caseras debieron creer que se aproximaba nuevamente el alba porque los gallos la saludaban como lo hicieron tres horas antes y muchas gallinas corrían a recogerse u ocultarse en sus gallineros.

Pero si el eclipse no disminuyó la luz considerablemente, en cambio la temperatura sufrió rápidos cambios. Un termómetro centígrado colocado a cincuenta y tantos metros de altura y expuesto a los rayos solares permitió hacer a ese respecto las siguientes observaciones:

Al parecer el sol sobre las cordilleras marcaba 12 (grados) y subió a 26 (grados) cuando la luna tocaba el limbo accidental del sol. Minutos después, quizá el tiempo necesario para que los últimos rayos del astro no eclipsado todavía calentarse la atmosfera el mercurio acuso 28 grados. 

Desde ese momento la columna termométrica fue descendiendo lentamente, pero sin interrupción hasta (16 grados), temperatura mínima en los instantes en que la luna oculto las ocho o nueve décimas partes del sol. La amplitud alcanzo por consiguiente a 12 (grados).

Al repetirse el fenómeno en sentido inverso el termómetro fue subiendo con la misma o quizá mayor rapidez con que había descendido pues al terminar el eclipse a las 9:20 A. M., más o menos según los relojes de la ciudad el instrumento indicado acusaba una temperatura de 30 (grados), lo cual se explica por la circunstancia de encontrarse el sol a mayor altura sobre el horizonte que al comenzar el eclipse. Esta vez la diferencia alcanzo a 14 (grados), amplitud que se hizo muy sensible. 

El termómetro de la Bolsa Comercial, colocado a la sombra y a pocos metros, ocho o nueve, sobre el nivel del mar, dio una amplitud de 6 (grados) y 10 (grados) como mínima y 16 (grados) como máxima, lo cual guarda cierta proporción con la indicada anteriormente.» (El Mercurio de Valparaíso 17 de abril de 1893)

Luego de este eclipse de 1893 se han vivido 8 eclipses en tierras chilenas según marca ElMercurio.cl y algunos con registro fílmico como el del 12 de octubre de 1958 . Es de esperar que el eclipse que ocurrirá este 02 de julio de 2019 en el norte chico de Chile, no sea solo usado comunicacionalmente, sino que también sea un avance en las investigaciones de la comunidad científica del país.

Por Jonathan Segovia y Pablo Moya