Los maremotos que nos rebotan

Catástrofes del Hoy
Comparte este artículo:
Los maremotos que nos rebotan

Uno de los países que más deberían saber de maremotos, es Chile. Siendo parte del cinturón de fuego del pacífico, le toca vivir con terremotos y tsunamis, tanto propios, como también derivados a consecuencia de algunas erupciones como el volcán submarino en Tonga.

Es así como a esta altura, ya entrada la tarde y con algunas horas ya de la erupción del Volcán, no tenemos certezas de lo que pueda pasar en el borde costero de todo el país. Por mientras se ve en la televisión local, como se recoge el mar en algunos balnearios, y gente imprudente aún se mantiene en las playas contraviniendo toda ley de la naturaleza y su peligrosidad.

Si hacemos algo de memoria, esto ya pasó en Chile en 1946, cuando producto de un terremoto submarino ubicado al sur este de la islas Unimak, en Alaska, se vio afectado todo el borde costero del país, con subidas del mar que destruyeron todo.

Carta de propagación del tsunami del 1º de Abril de 1946.

«Los mareógrafos ubicados en los puertos de Antofagasta y Valparaíso, fueron las dos estaciones más distantes en que se obtuvieron registros de las ondas. La primera se halla a 12.266 kilómetros del epicentro y el período de la onda que llegó a la costa fue de 20 minutos, mientras que Valparaíso se halla a 12.981 km y el período de la onda fue de 18 minutos. El tiempo de llegada a Valparaíso fue de 18,6 horas.» Curso de geografía del Mar, UC

«El tsunami llegó a las costas chilenas, después de la medianoche, provocando pánico en la población civil de los puertos afectados. Los informes marítimos registraron entradas y salidas de mar sucesivas, alcanzando niveles superiores a lo normal y que se sucedieron dentro de un período de cinco a 16 minutos, en circunstancias que el período medio entre una pleamar y bajamar en nuestras costas es de seis horas 12 minutos. (S.H.O.A.,1995)» Curso de geografía del Mar, UC

En Iquique se vivió el tsunami con subidas del mar con registro de un metro por hora, lo cual hizo que las autoridades tomaran la decisión de dar aviso a toda la ciudadanía, quienes huyeron a los cerros pernoctando toda la noche en sus faldas, como relata Rosa Urrutia y Carlos Lanza en su obra de catástrofes en Chile  1541- 1992.

Mientras tanto en Valparaíso las olas subían sobre 100 metros del borde costero, llevándose todo a su alcance, incluso destruyendo todo el material de los pescadores de la zona.

En conclusión, estos fenómenos naturales son reiterados y la sociedad chilena está llamada a entender cómo debe actuar frente a estas ondas, que cada vez las vemos más seguidas, producto de erupciones o terremotos del cinturón de fuego del pacifico.

Por Jonathan Segovia