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Chile país de fuego

Chile país de fuego

A lo largo de la historia, el hombre ha debido utilizar el ingenio para adaptarse a los diferentes desafíos que la naturaleza le ha propuesto. Para esto se ha valido de diversas herramientas que él mismo ha creado, marcando un antes y un después en la historia.

Uno de estos momentos es el “descubrimiento” y dominio del fuego, momento que aún no es determinado con exactitud.  Hablamos de “descubrimiento” puesto que el fuego existía con anterioridad a que el hombre se apropiara de él. “El fuego fue un accidente común desde que aparecieron los bosques, hace aproximadamente 400 millones de años. Éstos podían arder, y desde luego ardieron inflamados por el rayo, de modo que los animales temían el fuego y huían de él, cientos de millones de años antes de que los seres humanos entrasen en escena» (Asimov, Isaac, El primer descubrimiento del hombre).

El hombre, ante la necesidad de subsistir, se apropia del fuego y lo administra con el fin de facilitar su vida. A partir de esto, el ser humano ya no depender cien por ciento de las causas naturales para crear fuego y, por tanto, comienza a trasladarse y poblar una mayor cantidad de lugares. Ve facilitadas acciones como la calefacción, pudiendo permanecer en diferentes lugares sin pasar frío; la iluminación, pudiendo trasladarse durante la noche; la alimentación, pudiendo consumir una mayor variedad de productos; y la protección de los depredadores, al poder fabricar armas para defenderse. Así, el fuego se convirtió en un gran aliado para los hombres de la Antigüedad y los tiempos venideros.  Durante la Edad Media, se continuó utilizando para la iluminación y calefacción de los grandes castillos y en la fabricación de armas, siendo vital para fundir el hierro. Todo esto fue en base a leña, sin que se produjeran grandes cambios hasta finales del siglo XVIII, cuando comienza la Revolución Industrial. Con la aparición de la máquina a vapor en las fábricas, medios de transporte y minas, el fuego vuelve a alzarse como un gran aliado para el hombre, simplificando nuevamente su vida. “Por primera vez en la historia, el hombre ya no dependía de las fuerzas naturales, sino que disponía de una máquina capaz de engendrar energía que podía utilizar en cualquier lugar y a cualquier hora y que le permitía hacer funcionar otras máquinas” (Krebs, Ricardo, Breve Historia Universal). En las fábricas, ahora el trabajo del hombre solo consistiría en el manejo de las máquinas, no más trabajos manuales con las herramientas tradicionales anteriores como el martillo, la aguja, el cincel y el serrucho. Asimismo, los carruajes tirados por caballos fueron reemplazados por el ferrocarril y los veleros por los barcos a vapor, permitiendo no solo viajar de manera más cómoda sino que también más veloz, todo lo cual provocó cambios en la sociedad a toda escala “ (…) este proceso no quedó limitado a la industria, sino que afectó la vida entera, las condiciones económicas y las instituciones políticas, las estructuras sociales y las formas literarias y artísticas, la vida de la familia, los hábitos y las costumbres” (Krebs, Ricardo, Breve Historia Universal). En la actualidad, el fuego nos sigue acompañando en nuestras cocinas, en nuestros calefont, para encender un simple cigarro, para calefaccionarnos y en la industria, por lo que sigue siendo un gran aliado, siempre y cuando lo mantengamos controlado y no se transforme en una amenaza.

Cada verano y cada vez con mayor frecuencia, somos testigos de cómo el fuego aparece consumiendo grandes extensiones de tierra, arrasando con casas y dejando a miles de personas damnificadas y fallecidas. Nuestro país no es ajeno a esta situación e innumerables son los relatos que dan cuenta de diferentes siniestros con catastróficas consecuencias.

Recordado es el incendio del 8 de diciembre de 1863, cuando a eso de las 7 de la tarde comenzó a propagarse el fuego que cobró la vida de aproximadamente 2.000 personas en la que entonces era la iglesia de la Compañía de Jesús ubicada donde hoy se encuentra el ex Congreso Nacional. Siendo el último día del mes de María, desde temprano comenzó a llegar la gente, por lo que al momento de iniciar la Eucaristía la iglesia se encontraba atestada de personas, principalmente mujeres. Tal fue la magnitud de este incendio, tanto por el número de muertos y heridos como también por la destrucción del templo, que hoy existe en el Frontis del Cementerio General un monumento que recuerda a todas aquellas víctimas que quedaron inidentificables y no pudieron recibir una sepultura de manera individual. Así también se decide crear el Cuerpo de Bomberos de Santiago.

Otro incendio recordado en nuestro país es el de la Torre Santa María, otrora ícono del progreso de nuestro país en los años 80. El primer rascacielos santiaguino, de 110 metros de altura, 4 subterráneos y 30 pisos, en su momento fue considerado inexpugnable, pero una chispa que entró en contacto con gas de neopren de unas alfombras recién instaladas provocó que el sábado 21 de marzo de 1981 a las 10. 15 comenzara un incendio que, alrededor de las 13.30 hrs. recién pudo ser controlado por los 200 voluntarios de diferentes cuerpos de bomberos de Santiago. Como resultado, gran parte del edificio fue consumido y cobró la vida de 11 personas. A partir de este siniestro, las normas de seguridad en edificios de gran altura fueron reformuladas, considerando mejores vías de evacuación, la instalación adecuada de la red seca y mejor información para quienes se encuentran en los edificios, entre otras cosas.

Sin ir más lejos, el verano del 2017 será recordado por las más de 586.073 hectáreas consumidas entre la región de Coquimbo y de la Araucanía que posicionaron este incendio en el séptimo lugar de los más grandes en el mundo y el cuarto en los últimos 15 años, (Garrido, Mónica, Incendios en Chile: El cuarto más devastador de los últimos 15 años en el mundo, La Tercera, 2017), provocando que países como Rusia se movilizaran para venir en ayuda de nuestro país a través del recordado “Ilyushin Il-76” apodado con cariño como “El Luchin”. Así también llegó a nuestro país el “Supertanker” y otros aviones, helicópteros y diferentes grupos de bomberos y de rescate de todo el mundo.  Otros incendios conocidos son los de Valparaíso en diferentes años y el ocurrido en 2011 en las Torres del Paine.

Como podemos ver, el fuego es un arma de doble filo, pues, por un lado, manteniéndolo a raya es un gran aliado que incluso ha provocado profundos cambios en la sociedad, pero, por otro lado, fuera de control es capaz de arrasar con todo a su paso, ignorando el dominio del hombre.

Por Pablo Moya