El fenómeno atmosférico denominado “Efecto Carrington” lleva tal nombre debido a su descubridor, el astrónomo inglés Richard Carrington; quien, a finales del mes de agosto de 1859, advirtió a la comunidad científica y a las autoridades inglesas sobre la inminente súper tormenta solar que caería sobre la tierra.
Sus observaciones de la superficie del sol detectaron un número jamás antes visto de manchas solares cercanas al ecuador solar tan impresionantes que aseguraba que podrían verse a simple vista, con una protección adecuada. En el momento que estas manchas desaparecen, Carrington entiende que se ha producido una eyección de masa coronal, una explosión de materia solar que se dirige directamente a la tierra que podría tener efectos devastadores para la humanidad.
El astrónomo no fue tomado en serio, pues el estudio del sol y las manchas solares aún era una ciencia desconocida para muchos. Esto se mantuvo hasta el 28 de agosto de 1859, cuando se observaron las primeras auroras boreales en latitudes mucho más al sur de lo habitual, registrándose incluso observaciones en las aguas de Cuba.
Pero el punto más alto de la intensidad de esta tormenta se registró más tarde, entre los días 1 y 2 de septiembre, con intensas auroras boreales que fueron posible apreciar incluso en Colombia, según los últimos antecedentes publicados en 2016. La tormenta fue de tal magnitud, que causó el fallo total de todos los sistemas telegráficos del hemisferio norte, desde Europa hasta América del Norte; siendo visible en diversas ciudades del mundo como Londres, Nueva York, California, Roma, Madrid, La Habana, Hawái, entre otras.
Es este fenómeno el que se toma como ejemplo para predecir las consecuencias de una nueva súper tormenta solar en la era moderna. La dependencia de la tecnología y las redes eléctricas del mundo, causarían un caos total; el apagón causado por la tormenta electromagnética, podría dañar irreversiblemente nuestros satélites, aparatos electrónicos y cientos de centrales eléctricas en todo el mundo, causando un serio retraso en la reposición de los servicios, llevándonos nuevamente a una vida sin celulares, internet o luz eléctrica.
Pero lo que se asegura, es un fenómeno del hemisferio norte, que apenas alcanza la línea del Ecuador, realmente es un eurocentrismo de grandes proporciones; pues el hemisferio sur también tuvo sus propios fenómenos atmosféricos, conocidos como Auroras Australes o Auroras Polares, que llegaron a ser visibles en latitudes tan al norte como Santiago y Valparaíso.
“La Aurora boreal, aunque en el norte de la Europa sea, según dicen, un fenómeno mui conocido, sobre todo en Suecia i Noruega, en donde hasta se le desea con frecuencia para poder continuar los trabajos ordinarios , pues casi reemplaza a la luz del Sol, en esos países, permanece invisibles cerca de seis meses; en la América no lo es, i por tanto su aparición en Santiago i Concepcion ha sido un verdadero acontecimiento paras sus respectivas poblaciones. Ello es que, al siguiente dia, ha habido en Santiago un viento algo recio acompañado de una copiosa lluvia (a).” Registros escritos de la aurora austral en Santiago y Concepción 1859. Reportes de auroras polares que llegaron a la Faculta de Ciencias Físicas y Matemáticas (Departamento de Geofísica, Universidad de Chile).– Anales Marzo 1861. Descarga el Documento
Chile, durante la tormenta solar de 1859
Las tormentas solares han sido muy poco usual en latitudes tan lejanas del ecuador como en Chile, pero en septiembre de 1859, una de ellas apareció en altas horas de la noche, haciendo que muy pocas personas pudieron dar un testimonio exacto de su forma, colores y duración. Algunos registros detallan con cierta exactitud sus diversas mutaciones, entregando datos importantes para la ciencia.
“Como a la una i media o dos de la mañana del segundo día del presente mes de septiembre, se vió la atmósfera, hacia la parte sur de ámbas ciudades, extraordinariamente alumbrada por una luz coloreada de rosado, azul i amarillo, en forma de una nube o globo de fuego fátuo, que despedia alguna llama o vapor i esparcia una claridad semejante a la de la Luna, i cuyo movimiento era contrario al de la Tierra. Este estraño fenómeno meterolójico, que permaneció visible cerca de tres horas, no dejó de alarmar bastante a la población, sin duda por ser casi enteramente desconocido en estos lugares. Pero, según todas las probabilidades, es el que, en el Hemisferio Norte, suele llamarse Aurora Boreal, i que en el nuestro se puede denominar Aurora Austral». Registros escritos de la aurora austral en Santiago y Concepción 1859. Reportes de auroras polares que llegaron a la Faculta de Ciencias Físicas y Matemáticas (Departamento de Geofísica, Universidad de Chile).– Anales Marzo 1861. Descarga el Documento
El 1 de septiembre de aquel año, algunas personas observaron el fenómeno desde Santiago de Chile e indicaron que después de ponerse la Luna, a eso de las 12:30 aproximadamente, comenzó aparecer al sur oeste de la ciudad, sobre el horizonte, una intensa luz roja, muy parecida a la que resulta en ciertas circunstancias cuando recién comienza el anochecer. El intenso color rojizo del cielo hacía parecer un gran incendio en las poblaciones cercanas del sur de Santiago de Chile, abarcando gran parte del cielo, al transcurrir media hora desde el inicio.
A las 02:30 hrs se registró el mayor desarrollo del fenómeno, viéndose un inmenso círculo oscuro en los montes del sur de Santiago que se extendería hacia el norte de la ciudad.
Luego de eso, la paz de la noche reinó en un silencio bastante profundo, mientras la aurora se elevaba sobre el horizonte; el cielo estaba completamente despejado y sereno, mientras que las estrellas brillaban en todo su esplendor, teñidas con un tenue color púrpura, producto del reflejo de la aurora en la atmósfera. No corría la menor ráfaga de viento, y el ambiente era templado como en las tibias noches de verano. El juego de los colores en el cielo duró hasta aproximadamente hasta las 04 AM, hora en que palideció la luz y fue extinguiéndose poco a poco, encandilada por el alba del nuevo día.
El 2 de septiembre de 1859 amaneció despejado, y aproximadamente a las 11:30 AM comenzó a soplar un viento húmedo y frío con dirección noroeste, que trajo consigo nubes que cubrieron todo el cielo dando paso a intensas lluvias, que luego se transformaron en agua nieve extendiéndose hasta las 05:00 AM del siguiente día.
El 3 de septiembre se despejó por la tarde, mostrándose el excesivo nevado en la cordillera e incluso llegando al cerro de San Cristóbal; este trastorno atmosférico fue general en el litoral chileno. La intensa nevada de la cordillera y los granizos en las zonas centrales cayeron hasta la ciudades de Concepción y Chiloé.
Por Andrés González Valencia
Editor: Jonathan Segovia