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El humo de Sewell, 19 de junio de 1945

El humo de Sewell, 19 de junio de 1945

Desde su descubrimiento, Chile se ha caracterizado por ser un país minero con grandes yacimientos de Carbón, Salitre y de Cobre. Con los avances tecnológicos paulatinamente, se aumentó la productividad y el país se trasformó en un referente en cuanto a la explotación y exportación de materias primas. Aunque los réditos han sido positivos principalmente en el plano económico, Chile también ha conocido de lamentables tragedias ocurridas en esta materia. El 30 de septiembre de 1994, 21 mineros murieron en una explosión de gas grisú en el pique Arenas Blancas en la comuna de Coronel. El 29 de julio de 1989 en el sector de Los Castaños, en Curanilahue, fallecieron 21 trabajadores luego de que una explosión provocara la inundación de las galerías de la mina, y quizás uno de los accidentes mineros más recordados fue el que tuvo lugar el 5 de agosto de 2010 cuando en la Mina San José a 30 kilometros al noreste de Copiapó, ciudad ubicada en el desierto de Atacama, se precipitaron 2 derrumbes atrapando a 33 mineros a 720 metros de profundidad que luego de 69 días fueron rescatados milagrosamente con vida, provocando conmoción mundial.

Dentro de estas terribles tragedias mineras se enmarca la ocurrida el 19 de junio de 1945 en la Mina El Teniente, dentro de la comunidad minera de Sewell, propiedad de Braden Copper Company en aquella época y ubicada en la ciudad de Rancagua, Región de O’Higgins. A las 7:30 de la mañana, comenzaría un incendio producido en una fragua ubicada en el dique número 1 del mineral. Al sobre calentarse el combustible para aceitar unos carros, se produjo una explosión que arrasó con los envigados de los túneles y todo el combustible.

El diario “El Rancaguino” horas después del desastre mencionaría:

“Se nos refiere que esta mañana, más o menos a las 8.10 horas, estallo un violento incendio en la Bodega de Materiales de la mina Teniente 1, donde había almacenado gran cantidad de petróleo y madera para el embigamiento de los túneles. Por esta razón el fuego cundió rápidamente arrojando, además, una espesa nube de humo que se extendió a todo el mineral.” (El Rancaguino, 19 de junio de 1945)

Los primeros testimonios dieron cuenta que el desastre ocurrido en el mineral El Teniente, era una catástrofe de gran envergadura, especialmente por la cantidad de obreros que minutos antes del hecho, comenzaba a trabajar en la faena. El turno A de trabajadores se calculaba en unos 750 obreros; los cuales se temía que fueran todos víctimas del violento fuego. Llegada la tarde del 19 de junio se calculaban 23 muertos y más de 100 trabajadores asfixiados y heridos por el incendio ocurrido, aumentando el número de víctimas fatales y accidentados en el transcurso de las horas.

Debido a la gran contaminación que poseían los túneles del mineral, los trabajos de rescate se tuvieron que postergar hasta la mañana del día siguiente, con el fin de poder tener una mejor visibilidad en los diques y menos humo. Para el día 21 de junio del 1945, el diario «El Rancaguino» daba cuenta de una suma superior a 500 fallecidos por el desastre acontecido:

“Hasta las 10 de la mañana el número de cadáveres rescatados alcanzaba a 420, número que seguramente ha ido creciendo en el resto del día.

(…) los cadáveres extraídos son trasladados a la Escuela Vocacional de Sewell, en donde son identificados por documentos personales, por el testimonio de los familiares o por peritos dactiloscópicos.

Es aquí posiblemente en donde se produce el mayor número de escenas desgarradoras, cuando padres, esposas, hermanas o novias reconocen a sus seres queridos arrebatados a la vida prematuramente por el destino.” (El Rancaguino 21 de junio de 1945).

Un joven minero llamado Misael Jara contaba al diario:

“Mire, patrón, la cosa fue tan grande porque el incendio estallo en las Bodegas de reparaciones de Teniente 1. Luego el humo empezó a correr paulatinamente, por entre los túneles, y luego vinieron explosiones de tambores de petróleo, gasolina y aceite. El humo, esta vez con algo parecido al <<moro ho>> corrió más ligero y, una vez que estuvo lleno el Teniente 1, bajo por los auxiliares hasta abajo.

Como por el viento de la mina no podía salir el humo y los ventiladores de este pique estaban funcionando se fue, por los piques, niveles y auxiliares, hacia arriba, hasta la superficie. Por eso la matanza fue tan grande patrón.” (El Rancaguino, 22 de junio de 1945.)

Este hecho tuvo un gran impacto en la sociedad minera de la localidad y en la población chilena, acudiendo a los funerales el  Presidente de la República Juan Antonio Ríos. Según testigos del siniestro, desde el poblado Sewell se apreciaba el humo saliendo de la mina. Siendo aun más cruda la experiencia de los familiares y personas que temían lo peor.

El Mercurio el día jueves 21 de junio de 1945 publicaba en su primera plana:

“ Caracteres de catástrofe adquiere el siniestro de Sewell

RANCAGUA. 20. ­–Momento a momento crecen las proporciones de la catástrofe ocurrida en Sewell y que, en forma honda, conmueven a todos los sectores del país.

Hasta las 15.30 horas, en que despachamos este telegrama el número de muertos asciende a 120, entre empleados y obreros.” (El Mercurio, 21 de junio de 1945).

Lamentablemente este hecho marco un antes y un después en la población minera de Sewell, donde se perdieron vidas de jóvenes chilenos, padres de familia, hermanos, hijos o amigos. Que hasta el día de hoy se recuerdan, posterior a este desastre, las víctimas fueron sepultadas en el Cementerio 2 del Parque Baquedano. También se construyeron viviendas en beneficio de las familias que perdieron a sus seres queridos en el incendio, dándosele el nombre de Villa O’Higgins, conocida popularmente como “La población de las viudas”.

Esta tragedia, es considerada la más grande ocurrida en una minera metalífera, y sirve para reflexionar en cuanto a la seguridad de los obreros de la minería y las condiciones laborales en las que día a día trabajan extrayendo materias primas en la profundidad de la tierra.

Por Fabián Sandoval Repetto.

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