En el invierno de 1934, el pueblo de Chile fue testigo de fuertes temporales que azotaron desde Copiapó hasta Magallanes, dejando miles de damnificados y 14 muertos. (Urrutia, Rosa; Lanza, Carlos: Catástrofes en Chile 1541 – 1992. Editorial La Noria, 1993). El 27 de mayo del mismo año con lluvias y mucho frío, un fuerte tornado asomó en la Ciudad de Concepción destruyendo todo a su paso.
A eso de las 04 de la madrugada comenzó lentamente a desencadenarse este fenómeno atmosférico. Los primeros registros hablan de que un fuerte viento “destruyó los árboles de la Plaza Independencia, levantando planchas de zinc, aun destrozando edificios. Hay varias casas que han sufrido las consecuencias de este fenómeno” (El Sur, 27 de mayo de 1934).
El paso del tornado no afectó a todo Concepción, por lo que durante la mañana las personas que no sufrieron daños, salieron a recorrer la ciudad para ver como había resistido el fenómeno poco común que habían vivido: “debemos declarar con firmeza que a pesar de su violencia, a pesar de que ha causado dos muertos y cerca de treinta heridos graves el conjunto de la ciudad no ha sufrido en sus fuerzas vitales. El día fue de inquietud y las primeras noticias llevaron a la calle a la población entera de la ciudad que recorrió consternada el vasto curso de más de veinte cuadras de largo que como huella de su paso nos dejase el fenómeno” (El Sur, 28 de mayo de 1934).
El sector más afectado fue “La Toma”, cercano a lo que es hoy el barrio universitario, con pérdidas cuantiosas, tal como dan cuenta los relatos de la época: “ En el barrio “La Toma” sin duda alguna se han producido los mayores perjuicios especialmente en la calle Aguilera que puede decirse fue casi arrasada, vamos a dar cuenta en forma precisa de los destrozos causados en este barrio principiando por la calle Aguilera. La casa de la Señora Reinolds S. signada con el N. o 289, edificio de dos pisos fue destruido casi totalmente. Falleció la empleada Hortensia Hidalgo y resultó con heridas en la cabeza la señora Julia Reinolds (…) En la calle Los Sauces y Chepical del barrio “La Toma” (…) Totalmente destruido fue el edificio de la propiedad del Señor Juan Carlos Riffo, sin número y ocupado por él mismo, quien resultó con heridas de mediana gravedad en la cabeza y en el brazo, y su empleado Armando Mendoza Ascencio con contusiones internas. (…) Además en el camino al Mirador Alemán había una casa ocupada por Matías Morales Fuentes, que fue destruida totalmente, afortunadamente sin producir desgracias personales. En la Avenida Victor Lamas, entre las calles de Tucapel y Carlos Castelllón puede decirse que el fenómeno adquirió grandes proporciones (El Sur, 28 de mayo de 1934).
La destrucción provocada por este fenómeno fue lamentada por toda la población de Concepción, sobre todo por los daños ocurridos en la Plaza Independencia, fruto de largos años de trabajo: «todo lo que se haga y se obtenga, no bastara siquiera en parte, para compensar las cuantiosas pérdidas y menos aún, las que por su propia naturaleza no admiten reparación y reemplazo inmediato como es la destrucción de gran parte de la Plaza Independencia. Labor de treinta y seis años, de cuidados, de buen gusto, de afanes de progreso y de embellecimiento local, se habían acumulado en el hermoso paseo que en el breve transcurso de cuatro o cinco minutos han desaparecido en gran parte, como si la naturaleza hubiese querido evidencias como es de pequeña y frágil la obra de los hombres (El Sur, 28 de mayo de 1934).
Con el correr de los días se fue visualizando con mayor detalle las reales consecuencias de este fenómeno, incluso el Presidente Arturo Alessandri tuvo palabras para los penquistas: «Me siento profundamente afectado por la inmensa y gran desgracia que afecta a una ciudad como Concepción, acreedora de tantos títulos a mi sincero afecto. El ministro del Interior tomará todas las medidas de amparo necesarias y mientras tanto el intendente puede girar los fondos indispensables dentro de la Ley de Régimen Interior «(El Sur, 29 de mayo de 1934).
Esta manifestación de la naturaleza no es algo nuevo a lo largo de Chile, ya que se ha repetido por lo menos cada 30 ó 40 años con mayor o menor fuerza, con algunas características diferentes por las estructuras de origen y a lo que debemos acostumbrarnos ya que el avance apresurado del cambio climático hará que se repita en menor cantidad de tiempo.
Por Pablo Moya y Jonathan Segovia