Posterior a la Guerra del Pacífico, y con la anexión de las provincias de Tarapacá y Antofagasta Chile vivió una época de esplendor económico a partir de la riqueza generada por el salitre que se exportaba a Europa en grandes cantidades para la fabricación de explosivos y como fertilizante.
Poco a poco el salitre se convirtió en el sostén de la economía chilena, generando nuevos empleos, y grandes transformaciones durante el siglo XIX y parte del XX. Asimismo, a medida que la demanda por salitre aumentaba, lo hacían también la cantidad de oficinas salitreras. Entre 1910 y 1914 se estima que existían cerca de 118 oficinas salitreras las que daban trabajo a cerca de 46.470 trabajadores.
Teniendo en cuenta lo antes mencionado, no se puede dejar de lado, el hecho de que si bien hubo sectores de la población que se beneficiaron con la extracción de este mineral, los trabajadores salitreros vivieron en precarias condiciones y asimismo trabajaban arriesgando a diario su vida.
Además de lo anterior, las oficinas salitreras no estuvieron ajenas a catástrofes principalmente asociadas a incendios, esto por los materiales utilizados a diario para extraer el nitrato. Es así por ejemplo que el día 7 de noviembre de 1938, un voraz incendio afectó en la comuna de Taltal, a una oficina perteneciente a The Lautaro Nitrato Company Limited, quedando todo registrado en el siguiente informe tomado por la empresa aseguradora:
“Más o menos a las 9 de la noche salí de la casa que, como usted sabe, está ubicada frente a los edificios quemados, no habiendo observado ni notado nada de anormal, y como de costumbre, indiqué al sereno el lugar donde me encontraría.
A las 21:20 horas fui sorprendido por el toque de alarma de los bomberos y siguiendo a la gente que corría, pude escuchar que decían se incendiaba el Liceo o la Compañía Lautaro. Al llegar al lugar del siniestro pude observar a primera vista que las llamas salían del segundo piso del edificio de dos pisos propiedad de la Compañía salitrera de Tarapacá y Antofagasta, ubicado en la calle Esmeralda Nos. 32 y 34, que ocupaba el Liceo de Hombres. El viento bastante fuerte que soplaba en esos momentos ponía en peligro inminente a nuestro escritorio que colindaba con el edificio que se estaba quemando y también corría riesgo los edificios del frente.
Inmediatamente se acopló la manguera de la Compañía de los grifos y tratamos de dominar el fuego, pero debido a la escasez de agua todos nuestros esfuerzos fueron inútiles. Simultáneamente se penetró a nuestro escritorio, alcanzándose así felizmente, a salvar los títulos mineros, azufreros, salitreros y casi un 80% del archivo de correspondencia en general; también una gran parte de los útiles y muebles.
Posteriormente fui informado por nuestro Jefe de Bahía y el sereno de turno, que fueron los primeros que entraron al Liceo, que el fuego se debió a un cortocircuito.
En estas circunstancias el fuego dominaba la situación y animado por el viento lanzaba chispas y pedazos de leña por los alrededores. Se hicieron tan intensas las llamas que alcanzaron la asa del frente, principiándose a quemar la cornisa donde debíamos poner toda nuestra atención. En estos momentos se produjo un pánico enorme en el pueblo que se hizo materialmente imposible dominar, creyendo la gente que si el fuego pasaba a estos edificios se propagaría a mucha distancia. El desborde de la muchedumbre fue tan sorpresivo que en menos de 15 minutos la casa del señor Pollock fue invadida totalmente con el fin de salvar el mobiliario y otros útiles; pero desgraciadamente algunas personas en ese torbellino llegaron a lanzar hasta una cubierta de mármol desde los altos, la que, como es lógico, se quebró en mil pedazos. Con fuerza de Carabineros y todo el personal de la Compañía trató de evitar estos lamentables hechos. Después de grandes esfuerzos logramos restablecer el orden en esta casa, cuyas cornisas ya estaban ardiendo. Para salvar esta propiedad organizamos cuadrillas de hombres que junto con los bomberos trabajaron con heroísmo y abnegación para dominar el fuego y quitar el peligro de incendiarse las casas-habitación de los señores Núñez y Pollock, o sea el edificio que está situado al frente de los incendios.” (Informe del incendio del 7 de noviembre de 1938, Fondo del Salitre, Archivo Nacional)
El relato anterior nos invita a cuantificar lo que significan los incendios para las personas, aunque no se perdieron vidas humanas, pero si se destruyó el edificio y se quemó la documentación tan importante para la gestión diaria de lo que fue la The Lautaro Nitrato Company Limited.
Por Pablo Moya Rojas