Sabemos que en Chile no se registran huracanes tales como los que nuestra memoria colectiva asocia al Caribe o a Norteamérica, pero desde hace algún tiempo se ha hecho frecuente tener registros de trombas marinas o eventos anormales con los vientos, resaltando siempre las vividas en Concepción en 1934 o la de Valdivia en 1881.
Si buscamos dentro de algunos relatos históricos, podemos encontrar uno de los primeros eventos asociados a estos fenómenos, y es el huracán registrado por el Jesuita Alonso de Ovalle en su obra “Historica relacion del Reyno de Chile y de las missiones y ministerios que exercita en el la Compañía de Jesus” en mayo de 1633.
Ovalle relata en su texto, que el 14 de mayo de 1633 un fuerte viento en pocos minutos arruinó el fuerte de Carelmapu. Instalación militar emplazada en la costa norte del Canal de Chacao cuya construcción fue realizada con diversas maderas siguiendo el objetivo de proteger a la población civil llegada al sur de América, frecuentemente atacada por los pueblos originarios que veían una amenaza latente de sus dominios territoriales.
Pero lo que ha causado mayor terror en todo Chiloé y aun en todo Chile ha sido la ruina que padeció el fuerte de Carelmapu, causada de la violencia de un huracán o remolino, que dicen pasó en un credo. Fue el caso que, a catorce de mayo de seiscientos y treinta y tres, al cuarto del alba, se oyó de repente un tan vehemente y espantoso ruido por todas las casas y fuerte que, desnudos, obligó a los moradores a saltar con gran priesa de sus camas, desamparando las casas y huyendo afuera para ver lo que era, porque todo parecía venirse abajo; y fue así que las tres galeras grandes del fuerte vinieron al suelo con todo un lienzo delmalal, y dos puertas muy pesadas, que después, como dice, apenas podía menear toda la compañía de soldados, las sacó de sus quicios el remolino. (Alonso de Ovalle, Historica relacion del Reyno de Chile y de las missiones y ministerios que exercita en el la Compañía de Jesus, Capítulo XXII )
El relato también da cuenta de como otros edificios construidos en el pueblo fueron destruidos por aquel fenómeno natural:
Los que iban hacia la iglesia, que es buena y capaz, toda de tablas y madera, la hallaron arrasada por tierra. Las cruces que por algún trecho estaban alrededor, caídas en tierra, distantes de sus primeros lugares; los que iban hacia la casería veían todas las casas maltratadas, unas del todo por el suelo, como la nuestra, con un gran cajón, que había dentro, hecho astillas. Otra de un soldado que apenas había salido huyendo temeroso cuando cayó toda la casa, dando lugar a que también se escapasen la mujer y los hijos, y otras que habían desmentido de sus lugares, y otras, finalmente, destechadas y maltratadas de suerte que todas hicieron ruina, sin que alguna se pudiese escapar. Seguíase luego el ver las pilas de tablas y tablones: éstos, algunos hechos pedazos; aquéllas, sembradas por la playa y el mar, entrando después a sacarlas con el agua de los pechos, yendo otras a parar a una isla distante tres o cuatro leguas. Las piedras de la playa con la grande fuerza, fuera de sus lugares, amontonadas hacia algunas casas. Dos piraguas que había, hechas pedazos. (Alonso de Ovalle, Historica relacion del Reyno de Chile y de las missiones y ministerios que exercita en el la Compañía de Jesus, Capítulo XXII )
El pueblito que aún estaba en las ciernes de su nacimiento junto a sus pobladores, soportaron estoicamente el embate del clima, con una tormenta de viento y agua pocas veces vista en sus vidas:
Quisieron más saber de dónde o cómo había venido el dicho remolino, y fueron hacia las rancherías de los indios, que están del fuerte espacio de legua y media, los cuales ni sabían ni habían oído cosa alguna; sólo hallaron en un puesto, que llaman las Tres Leguas, y estaba como cuatro o cinco cuadras enfrente de la iglesia, árboles arrancados, de donde, espantados, se volvieron al fuerte; mas, no paró aquí la calamidad y tormenta, porque poco después vieron uno como globo de fuego sobre un monte alto que cae encima del fuerte y adonde suelen subir a ver entrar los navíos, el cual pareció amenazar aún mayor ruina. De allí saltó el mar alterando las aguas; tras él vino una gran tempestad de truenos acompañada de una grande escuridad, que iba volando por toda esta bahía, y últimamente despidió de sí el cielo granizo más grueso, sin encarecimiento, que balas grandes de mosquete, quedando el mar como hirviendo y levantando tan grandes y altas olas, que dicen ser cosa increíble si no es a quien lo vio. (Alonso de Ovalle, Historica relacion del Reyno de Chile y de las missiones y ministerios que exercita en el la Compañía de Jesus, Capítulo XXII)
La fiesta de la Virgen de Carelmapu
Cada verano en el sur de Chile, específicamente el 2 de febrero, en la localidad de Carelmapu, una pequeña caleta a 14 kms al sur de Maullín y cerca de Puerto Montt, se celebra la festividad de la Virgen de la Candelaria, acontecimiento que tiene la cualidad de congregar a diversas comunidades del sur de Chile.
Esta fiesta fue consolidándose a través del tiempo, pero su historia tiene su origen en 1602, cuando la figura de la Virgen fue trasladada al pueblo desde Osorno, después que esta fuese destruida producto de la Guerra de Arauco y sus enfrentamientos. Una vez ya instalada en la caleta, hubo diversos planes del traslado de la figura a otras ciudades, siempre coincidiendo con un temporal o alguna manifestación climática, que impidió su traslado.
Alonso de Ovalle en su relato del huracán vivido en la localidad de Carelmapu, también narra un hecho que focaliza aún más el sentido de divinidad de la Candelaria:
‘Esto es lo que nos predicaba aquel buen padre, esto lo que nos solía decir’. Y quietándose algún tanto tuvieron deseo de ver a la Virgen, que es una imagen de devoción que tienen en este fuerte, por título Nuestra Señora del Rosario y de Puerto Claro, la cual tenían en Osorno, antes de la pérdida de las ciudades, en el convento de Santo Domingo, y desde que se retiraron, aquí la tienen, acudiendo a ella con mucha devoción y, en particular en tiempo de necesidades, haciéndola novenas. Pensando, pues, que estaría hecha pedazos con las demás imágenes por haber caído la máquina de la iglesia encima, fueron abriendo camino, quitando la madera, apartando los palos y demás fajina, hasta que llegaron a la reja de la capilla mayor, donde hallaron a la Santísima Virgen entre un huequecito de unos palos, con el niño Jesús en sus brazos, sin lesión alguna, lo cual tuvieron a gran maravilla, porque la Virgen estaba en el altar mayor, en su tabernáculo, metida en medio de su nicho y encajada en una peaña sobre un espigón de hierro, que aun cuando la quieren quitar de propósito para llevarla en procesión o vestir, es menester sacarla con fuerza; y el tabernáculo que he dicho sólo se trastornó en el mismo lugar que estaba, cayendo el techo encima, y parece que la Virgen había de caer bajo todo, mirando sólo el sitio y postura que tenía, y con todo eso la hallaron, como queda referido, más de veinte pies retirada, vuelta la santo Cristo, que estaba en el colateral de la mano derecha, como pidiendo misericordia. Este santo Cristo asimismo inclinado y como encorvado; es muy devoto, traído también de las ciudades de arriba. (Alonso de Ovalle, Historica relacion del Reyno de Chile y de las missiones y ministerios que exercita en el la Compañía de Jesus, Capítulo XXII)
En resumen, el huracán de Carelmapu fue uno de los primeros fenómenos naturales de Chile registrados documentalmente, que da cuenta de la destrucción dejada en la caleta y las diversas manifestación por la divinidad de la virgen traída desde Osorno.
Por Jonathan Segovia