El invierno del año 1936 en Chile, en especial en la zona norte, fue una suma de desgracias.
El día 13 de julio a eso de las siete y quince minutos, (Urrutia, Rosa; Lanza, Carlos: Catástrofes en Chile 1541 – 1992. Editorial La Noria, 1993.), en gran parte de la zona norte se sintió un fuerte sismo. Desde Antofagasta se informó que, si bien la ciudad no sufrió grandes perjuicios, la población se alarmó bastante, ya que el movimiento fue de larga duración, (3 minutos y 40 segundos). En otras localidades, como Vicuña, Tocopilla, Copiapó, Coquimbo y Chañaral, la situación se repitió, sin embargo en Taltal la situación fue diferente. Se habla de que casi el 80% de las edificaciones sufrió daños incluidos el cementerio, que quedó “totalmente destruido. Sus tumbas y nichos destrozados dejan ver los cadáveres fuera de los cajones” (El Mercurio 16 de julio de 1936), además se cortó el suministro de agua potable y de telégrafos, tal como lo informó el Gobernador Marítimo:
“Terremoto sacudió violentamente puerto. Duración aproximadamente tres minutos. Se han abierto grietas dirección movimiento de Este a Oeste. Durante una hora aproximadamente nivel del mar osciló un metro durante cuatro veces. Edificios fiscales sufren perjuicios. Servicios telegráficos y telefónicos interrumpidos. Redes cañería de agua potable cortadas. Almacenes provisiones, comercio minorista en general y todas mercaderías destruidos. Hospital grandes perjuicios materiales. Capitanía puerto inhabitable. (El Mercurio, 14 de julio de 1936).
TalTal es un puerto perteneciente a la región de Antofagasta, al norte de Chile, y fue desarrollándose bajo las exploraciones mineras. Su apogeo lo tuvo entre los años 1870 a 1930, llegando a tener hasta 30 mil habitantes venidos por el auge del Salitre. En la actualidad, cuenta con 10 mil habitantes aproximadamente, con un ingreso medio de USD 830 y el mayor producto de exportación es el cobre refinado. Fuente: DataChile
En el momento del sismo, la comuna de Taltal se encontraba saliendo de una fuerte crisis económica que tenía su origen en el estancamiento de la venta del salitre y que, por medio del trabajo de sus pobladores, buscaba un renacimiento que la naturaleza impredecible, bajaba de sopetón en el invierno de 1936, provocando nefastos daños:
“Largos años de dura crisis económica motivada por la paralización de la industria salitrera arruinaron a este departamento a ahora recobraba lentamente su situación pre guerra gracias al esfuerzo particular de sus habitantes que han logrado hacer revivir las actividades mineras de las (…) y gracias también a las pocas oficinas salitreras que han vuelto a encender sus fuegos. La cesantía estaba terminada, el comercio adquiría mayor auge y en general comenzaba una vida nueva, prometedora de días de holgura para los habitantes de Taltal cuando inesperadamente la naturaleza se ha querido vengar de este empuje y laboriosidad, destruyendo en la mañana del trece todo lo adquirido a fuerza de constancia y trabajo” (El Mercurio, 22 de julio de 1936).
Al pasar los días, una de las mayores preocupaciones, además de la reconstrucción, fue que la ciudad no debía quedar desabastecida de agua, “estanque abastecedor agua Taltal capacidad 220 toneladas y estanque estación Canchas 60 toneladas completamente destruidos”, (El Mercurio, 15 de julio de 1936).
Ante la magnitud de esta catástrofe, se presentó en Taltal el Intendente Carlos Souper, quien manifestó haber quedado “consternado ante la desgracia que aflige a Taltal. Agrega que creyó en los primeros momentos de tener conocimiento del terremoto que en ello había exageración, pero que una vez que ha visitado el lugar de la catástrofe y principalmente los barrios obreros a debido cambiar de opinión ante la contemplación de tanta desgracia. En cuanto a las pérdidas las estima en cinco millones más o menos.”(El Mercurio 18 de julio de 1936).
Lamentablemente, el nefasto invierno de 1936, tenía preparado para la comuna de Taltal y gran parte del norte un fuerte temporal que acrecentó la destrucción ya provocada por el fuerte sismo del día 13 de julio.
En Taltal, el temporal comenzó el día 19 de julio, dejando a la localidad sin comunicación telegráfica y luz, “a las 3 P.M se desencadenó una lluvia torrencial que ha causado hasta estos momentos efectos desastrosos en la población (…) líneas telefónicas y línea matriz del alumbrado público vinieron al suelo y, por consiguiente, la ciudad quedará de nuevo por varios días careciendo de este servicio indispensable.” (El Mercurio, 20 de julio de 1936).
En otras partes del norte, como en Antofagasta, la mayor parte de las edificaciones sufrieron severos daños a causa de la lluvia y el viento, ya que no estaban acondicionadas para resistir este tipo de inclemencias. Al igual que en Taltal, se cortó la comunicación vía telégrafo y la electricidad. (Urrutia, Rosa; Lanza, Carlos: Catástrofes en Chile 1541 – 1992. Editorial La Noria, 1993.) Mientras que en comunas como Copiapó cayeron 13 mm de agua y Vicuña 37 mm. (El Mercurio, 22 de julio de 1936).
Finalmente, con el correr de los días, el temporal afectó gran parte del país. En Valparaíso, por ejemplo, el puerto sufrió grandes daños y se debió interrumpir el servicio de trenes, se desprendió parte del cerro La Cruz. En Viña del Mar, una persona pereció arrastrada por la fuerza de las olas, cedieron los muros de defensa de la avenida del Mar frente al casino y se destruyeron los baños de recreo. Más al sur, en Concepción, el barrio obrero Chillancito fue azotado por el río Andalién, que se desbordó. También por causa de la incesante lluvia se inundó el Hospital y la escuela industrial y el fuerte viento se llevó una gran cantidad de techos. (Urrutia, Rosa; Lanza, Carlos: Catástrofes en Chile 1541 – 1992. Editorial La Noria, 1993.)
Por Pablo Moya.
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