En 1765 Chile estuvo bajo la presencia de una gran epidemia por viruela, donde se estima que murieron cerca de 5 mil personas correspondientes al 1,92% de la población existente en Santiago, entre los que se cuentan adultos y niños, según consta en las actas del cabildo de Santiago del 21 de mayo del mismo año.
A fines de 1764 y por intensas lluvias inusuales para la fecha, el río que atraviesa todo el valle donde se encuentra la capital de Chile, el Mapocho, se desbordó, destruyendo todo a su paso, llevándose entre sus aguas al querido puente de Cal y Canto, el que en ese momento, era el conector de la ciudad con el sector norte, puerta de entraba a Santiago.
El desborde del río, más los estilos de vida insalubres de la sociedad Santiaguina, fueron factores relevantes para que la epidemia de la viruela tomara fuerza y desbastara la ciudad, que en ese entonces contaba con una población aproximada de 260.000 habitantes, según el empadronamiento realizado por el obispado de Santiago entre 1777 y 1779, como lo resume en su portal memoria chilena.
Este hecho llevó a que el gobernador de la época junto al cabildo, tomase varias medidas para frenar el brote de la enfermedad, que tenía a la población en estado agónico. Unas de las más efectivas, fue el aporte que hizo el ayuntamiento de 500 pesos, más la obligación que se le hizo a los más ricos para que desembolsaran dinero con el fin de ir en auxilio de los más pobres. Dentro de otras iniciativas que se tomaron, estuvo la invocación del padre celestial a través de rogativas y novenas a la Virgen de la Victoria.
Hubo momentos en que la epidemia no dio tregua, todo el sistema de salud se vio sobrepasado, incluso el actuar mismo, de cuanto médico existía, qué maximizando todos sus esfuerzos, no lograban apaciguar unas de las primeras batallas de Santiago por la salud pública. Es en este sentido que el doctor fray Pedro Manuel Chaparro que fue un autodidacta en su primera parte de protomédico, estuvo en la primera línea combatiendo la epidemia a través de las primeras vacunas que lograron a lo largo del tiempo, ganar la guerra de la viruela. Según señala Carvallo y Goyeneche “comenzó las inoculaciones con tanto acierto que fue el iris que serenó aquella horrible tempestad”.
Pedro Manuel Chaparro en 1967 se ordenó como fraile Juandediano, logrando ese mismo año ingresar a la universidad de San Felipe para realizar sus estudios médicos, siendo el segundo alumno de esa casa de estudios, alcanzando el título de protomédico.
Jonathan Segovia
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