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El gran catarro universal de 1580

El gran catarro universal de 1580

La primera epidemia global de gripe de la que se tiene documentación fue “el gran catarro universal” y se originó en Asia (¿les suena parecido?), para luego ir avanzando hacia el occidente, llegando a Europa con consecuencias devastadoras. En apenas 6 semanas, el 80% de la población del viejo continente ya estaba infectada, incluso podemos encontrar algunas referencias de su llegada a América e incluso Chile.

“…corrió por todo el mundo sin escapar de él los que navegaban por la mar y duró tres meses continuos. Fue tan grande el golpe y quiebra que recibió la humana naturaleza que falleció en más de una tercera parte de sus fuerzas naturales…” (Sánchez Gordillo, Religiosas estaciones que frecuenta la devoción sevillana. Manuscrito de la Biblioteca de Sevilla.)

A comienzo de Agosto de 1580, se estima que entra el virus a través  de los puertos del norte de España propagándose rápidamente y afectando en muy poco tiempo a la mayor parte de la península ibérica. Los italianos la denominaron “influenza” debido a que consideraban que era consecuencia de una “influencia astrológica”, denominación que se usa hasta nuestro días para designar al virus de la gripe.

Es en esta etapa que Europa vive una inestabilidad climática, con olas de frío y lluvias extremas, que amplificaron la propagación devastadora del virus. Los médicos pensaban, erradamente claro esta, que la epidemia había sido causada por la entrada de aire muy caliente. Las diferentes ciudades portuarias comenzaron a exigir que los recién llegados quedaran recluidos en casas llamadas lazaretos. Allí permanecían hasta 40 días como máximo (la llamada cuarentena) hasta demostrar que no mostraban ningún síntoma.

Retrato Ana de Austria

La Muerte de la Reina

El rey de España Felipe II también sufrió del virus gravemente. Al viajar a tomar posesión del reino de Portugal tras ser el vencedor de una serie de enfrentamientos que se disputaron y durante su estancia en Badajoz, esperando que las tensiones aminoraran para seguir camino, se contagió. Su gravedad hizo temer su fallecimiento por lo que llegó a realizar un testamento, pero pudo sortear la enfermedad. No corrió la misma suerte su esposa Ana de Austria (cuarta esposa y sobrina del monarca), quien fallecería a consecuencia del virus. mientras estaba embarazada de siete meses. Por el desconocimiento de las consecuencias de la infección su cuerpo fue enterrado en un monasterio y después de unos años su cuerpo fue trasladado a la tumba real de El Escorial.

“Año de 1580. Este año es el que por antonomasia llaman del Gran Catarro, porque esta enfermedad aflige mucho en él a toda Castilla, muriendo no poca gente. De que participó Madrid con doblado recelo, por haber llegado nueva de cómo el Rey Don Felipe quedaba del mismo mal, casi desahuciado de la vida en Badajoz” (León Pinelo. Anales de Madrid, Biblioteca de Estudios Madrileños, XI, 1970.)

Expedición Pedro Sarmiento de Gamboa

Rastros de la epidemia en América

Si bien existe poca documentación de las consecuencias de esta epidemia en tierras americanas (la población indígena fue diezmada por más de un contagio traído por los Europeos), es posible ver rastros de ella en la expedición de Pedro Sarmiento de Gamboa al estrecho de Magallanes en 1584.

Ésta fue consecuencia del ataque de Francis Drake a Lima y de la captura y saqueo de la nave que transportaba parte de la plata del Perú que iba camino a Panamá. Por esta razón y ante las aspiraciones de otros reinos europeos por algún pedacito abandonado de América, el rey de España decidió que se estableciera una colonia en el Estrecho de Magallanes.

“Antes de llegar el corsario a Inglaterra no conviene hablar a la Reina, en llegando sí. Mírese si será bueno hacer un fuerte en el Puerto de Magallanes” (Anotación de Felipe II al pie de una carta de Antonio Padilla. Madrid, 16 de agosto de 1579.)

Es así como, Sarmiento se entrevisto en Badajoz con Felipe II, (recuperado recientemente del contagio de “catarro”). En dicha reunión se establecieron las directrices para la expedición. La preparación se realizó en Sevilla, ciudad muy golpeada por la infección del “catarro”, sumado al brote de “peste”. Se estima que en las naves la tripulación fue acompañada por éstos males, aunque en el viaje no presentaron problemas de enfermedades.

Al llegar al estrecho de Magallanes y luego de meses de un problemático viaje, con las naves separadas debido a diversas tormentas en alta mar, se dispuso el envío por barco a un grupo escogido para su adaptación física. Éste viaje estuvo lleno de comportamientos extraños por parte los expedicionarios, llevando a Sarmiento a pregonar amenazas de muerte a sus subalternos por las extrañas actitudes, erráticos y lentos movimientos que concluyeron en un viaje de 19 días en vez de 9, que era la normalidad.

“…prosiguiose el camino con muchos trabajos, de los archipiélagos y senos de mar que salían del Estrecho, en lo que el gobernador padeció lo que no se puede creer por descubrir camino, que cada vez se prolongaba y acrecentaba por lo dicho.” (Pedro Sarmiento de Gamboa, Relación de lo sucedido a la Armada Real en el viaje al Estrecho de Magallanes, desde la salida a la barra de San Lucar en 1581 hasta el mes de junio de 1583 Archivo de Indias, copia colección Navarrete vol. XX, número 29.)

La conclusión médica de estudios recientes indican que los ocho días extra de marcha, realizados, podrían haber sido el resultado del déficit de energía producida por la inmunodeficiencia, como consecuencia de las afecciones de Catarro y peste que traía la expedición desde España.

Hoy en día es cuestionable que haya sido una gripe, ya que el virus se propago durante el verano y no en los meses invernales, apuntando a que el contagio se debió a la Bordetella pertusis (tos ferina) o un virus aviar o porcino.

Finalmente se estima que fue una enfermedad que se transmitía por la vía aérea y que sus síntomas según lo que comenta el padre Pere Gil en la Barcelona de esos años ​​“Daba un dolor de cabeza cruel, con dos o tres días de fiebre, algunos hasta ocho o diez días”, quien añade que la fiebre era tan violenta que parecía causada por la peste. Los afectados quedaban tan maltrechos y débiles que su convalecencia, si superaban la enfermedad, duraba semanas.

Por Humberto Muñoz