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San Lorenzo el patrono de los mineros

San Lorenzo el patrono de los mineros

Cada 10 de agosto la comunidad minera chilena, bibliotecarios y archivistas celebran a su gran patrono, San Lorenzo de Roma, quien fuera perseguido y muerto el año 258 luego que el Emperador Valeriano prohibiera el culto cristiano y las reuniones en los cementerios.

San Lorenzo nació en Huesca, España, trasladándose con sus padres desde muy pequeño a Roma. El año 257 fue ordenado diácono por el papa Sixto II, encargándose de administrar los bienes de la iglesia y el cuidado de los pobres. Es en esta labor de administrador, que el papa, le confió algunos tesoros que la iglesia poseía, con la misión de ponerlos a salvo, de cualquier voluntad que se quisiera hacer con ellos, de mala manera. Entre las reliquias encomendadas a Lorenzo, se encontraba el Santo Grial, copa usada por Jesús y sus apóstoles en la última cena, según detalla el texto apócrifo del siglo XVII, “La vida y martirio de San Lorenzo”.

Lorenzo de Roma llevó a cabo la misión encomendada, enviando las reliquias a su familia en Huesca, donde estarían a salvo de cualquier mala fortuna.

Cuenta la leyenda, que un nuevo alcalde de Roma, pagano, ordenó a San Lorenzo traer de vuelta las riquezas de la iglesia que había custodiado. Este además de no traerlas, juntó a enfermos, pobres, ciegos y leprosos, a quienes llevó a la presencia del alcalde, dando cuenta que el verdadero tesoro de la iglesia, eran ellos, esas personas que hacían viva la iglesia. Producto de esta irreverencia, Lorenzo fue perseguido y capturado, siendo quemado vivo en una parrilla, cerca del campo de verano de Roma.

San Lorenzo un patrono de Chile

Cuando hablamos de los santos más venerados de la iglesia católica, San Lorenzo está dentro de los más importantes con muchos devotos a nivel mundial. Un solo ejemplo de ello, son los mineros de Chile, quienes denominaron al «Lolo» o «Lolito», como lo llaman cariñosamente, en su santo patrono, siendo un símbolo de protección y consuelo, desde 1938.

El origen de su adhesión comenzó el 9 de agosto del 38, cuando un grupo de trabajadores de la Salitrera “Rosario de Huara” no fueron autorizados para asistir a la fiesta de San Lorenzo de Tarapacá, a celebrarse el día posterior. Amenazados con el despido, si se ausentaban en sus faenas diarias, ya que dicha oficina, debía cumplir con la cantidad de “fondadas” de Salitre, por el administrador de la oficina, Carlos Petersen, quien además ironizó con las rogativas que debían rendirle a su santo quienes se ausentarán: «Si no están en sus puestos de trabajo mañana serán despedidos y que San Lorenzo haga el milagro de buscarles trabajo en otra parte, pero acá no” (recuperado del sitio web www.tarapacaenelmundo.com)

Es así como el 10 de agosto de 1938 y con la prohibición para los trabajadores de celebrar al santo, se declaró uno de los mayores incendios de las oficinas salitreras que se tenga memoria. Hubo siete personas muertas y quince heridas, entre ellas varios obreros y algunos niños. El origen del accidente según los periódicos de la época, se provocó por un corto circuito en una de las bodegas, expandiéndose a través de nuevas explosiones:

«Según las últimas informaciones recibidas de Huara, el siniestro tuvo su origen en un corto-circuito, que se produjo en la bodega.

El fuego en seguida tomó cuerpo a causa de que los locales eran de madera. Se produjeron tres explosiones. En la primera estallaron 1.500 fulminantes, que estaban guardados en cajones dentro de la bodega; la segunda, ocurrió al romperse un tubo de oxígeno; y la tercera, al estallar un estanque que contenía 200 toneladas de petróleo.

El petróleo corría por el suelo propagando las llamas en forma que en los primeros momentos se creyó difícil circunscribir el fuego y evitar que el siniestro adquiriera proporciones de tal magnitud que sus daños provocaran la paralización de la oficina.

Las pérdidas materiales se calculan en un millón de pesos sin tomar en cuenta el valor del petróleo y del aceite, que llega a una cantidad parecida.» (Diario La Nación del 12 de agosto de 1938)

Según da cuenta este mismo periódico, el fuego fue extinguido cerca de las 15 horas, a través del trabajo de varias compañías de bomberos, que subieron desde Iquique a Huara. Mientras tanto, los heridos fueron llevados a los hospitales de la misma oficina siniestrada y al hospital de la oficina Mapocho. Los cuerpos de las personas fallecidas fueron velados en el Teatro de la Oficina, que fue adornado para  la ocasión como da cuenta La Nación: “se hallaba profusamente adornados con flores naturales esperando la llegada de millares de personas a rendir su postre homenaje a la memoria de los abnegados obreros que murieron en el cumplimiento de su deber.”

Las primeras impresiones de las autoridades de la Compañía sobre el accidente, fueron recogidas por el periódico La Nación el 11 de agosto:

«Hoy en la mañana, el gerente general de la Compañía nos declaró lo siguiente: “La desgracia me ha producido un hondo sentimiento de consternación. Desde los primeros momentos estuvimos al lado de nuestro personal alentándolo en su noble labor.

No hay palabras adecuadas para referir las escenas dolorosas que hemos presenciado. En el momento de la explosión del estanque de petróleo, yo me hallaba a menos de 16 metros de distancia de los edificios que comenzaron a arder después del estallido.

La Cía. Salitrera de Tarapacá Antofagasta indemnizará a las respectivas familias y se hará cargo de los gastos que se origen en los hogares de su personal con motivo de la desgracia.

Me ha impresionado la forma verdaderamente admirable cómo nuestros empleados y obreros ha hecho suya la defensa de los interese de la empresa y desde el comienzo del incendio se tuvo el desinteresado y valioso concurso de numerosos voluntarios de otras oficinas que se preocuparon especialmente de la organización de brigadas de auxilio de sus compañeros heridos en la catástrofe.

Quiero hacer una mención especial del señor Carlos Petersen. Administrador de la Oficina cuya actitud valiente e inteligente evitó que la desgracia tuviera todavía mayores proporciones. Finalmente puedo afirmarles que la oficina continuará sus labores en forma regular” (Diario La Nación del 12 de agosto de 1938)

En resumen, este incendio fue de gran magnitud y recordado por la consternación que provocó en las autoridades locales y en consecuencia en toda la población chilena. Es así como el “lolo” se transformó a través del fuego, en el santo patrono de toda la gran minería chilena.

Por Jonathan Segovia

Publicación Diario La Nación