El robo del "Chili" (I Parte)

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Los océanos han sido elementos de estudio y mucha curiosidad para la humanidad a través del tiempo, posicionándose como una de las vías más trascendentes de comunicación entre los pueblos, algo así como la mayor carretera del mundo en el paso de las épocas. Por medio de la navegación recorrer el mar en barcos, el hombre llegó a lugares jamás sospechados, rompiendo paradigmas de tiempos antiguos donde el mar era el gran ícono de lo desconocido, adjetivo del fin del mundo y que, a la larga, resultó ser la gran vía de descubrimientos de nuevas naturalezas y con ello, un avance al modelo de vida tal cual lo conocemos.

Desde que el hombre fue capaz de recorrer el mar en barcos, inconscientemente comenzó a hacer mediciones oceanográficas, pues para evitar las rocas, los bancos de arena y los arrecifes tenía que saber cómo era el fondo de las áreas donde navegaba. En pinturas y murales egipcios con más de 3000 años de antigüedad hay escenas de marineros que, desde sus embarcaciones, sostienen una cuerda con una pesa en el extremo para registrar las profundidades. De esta manera localizaban las aguas más profundas para poder navegar cerca de la costa”   (http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/ciencia/volumen1/ciencia2/02/html/sec_12.html).

La navegación se posicionó como una de las actividades más importante en la vida del ser humano, ocasionando que el desarrollo de la sociedad evolucionara en diferentes asuntos tales como la economía, la biología y la física, entre otras. Al navegar, uno de los grandes riesgos fueron los accidentes provocados por el escaso conocimiento de los factores naturales que poco se podían predecir. Sus conocimientos más bien se basaban en la superstición o en la instrumentalización de algunos procesos o, simplemente, en la experiencia traspasada de marineros que dejaron sus vidas en el mar. Es así como podemos encontrar naufragios famosos como el buque mercante Encarnación de 1881, perteneciente a la flota española comercial “Tierra Firme” o como La venganza de la Reina Ana, en 1714, un navío perteneciente al pirata Barbanegra que varó en un banco de arena cerca de las costas de Carolina del Norte. Distintos vapores, buques mercantes y transatlánticos han protagonizado múltiples naufragios.

En Chile, los naufragios han sido una constante, considerando que el país consta con cerca de 4.400 Km de costa y si sumamos la Antártica serían cerca de 8.000 Km, donde los accidentes geográficos, las inclemencias del tiempo y la poca especialidad de los capitanes de navíos han llevado a hundimientos de gran escala.

A fines del siglo XIX y luego de la más cruenta guerra civil chilena, el 8 de mayo de 1892 entre la Punta Tumbes y el conocido sector del Banco de los Chalacos, naufragó el vapor francés de la Compañie Maritime du Pacific, construido de acero, y que viajaba desde Guayaquil al noreste de Francia a la ciudad de Havre.

 “Al entrar al puerto de Talcaguano, con una espesa neblina, como a las 4 H. p.m del día 8 de mayo de 1892, encalló sobre la costa de la punta Tumbez, donde se perdió totalmente.

Un choque repentino, pero no violento, dice un diario del sur, dio a conocer a la tripulación i pasajero la situación en que se hallaban; pero ignorando si en medio del mar o en las inmediaciones de algún peligro serio, produjo en ellos una emoción profunda i un doloroso sobresalto.” Vidal Gormaz, Francisco. Algunos naufragios ocurridos en las costas chilenas desde descubrimiento hasta nuestros días Santiago, 1901.

Una vez que el capitán pudo mantener la calma y dejar a salvo a la tripulación y a sus pasajeros, descendió al bote con sus oficiales y remó rumbo a la gobernación marítima para informar de lo sucedido y ver la posibilidad de socorro a su embarcación. Al llegar a Talcahuano, alrededor de las 10 de la noche, se presentó frente al vicecónsul de Francia y al Gobernador marítimo de la zona, pidiéndole ayuda, la cual se le negó en una primera instancia por la densa neblina que aún había en la zona y se le informó que en la mañana siguiente tendría a disposición el escampavía “Huemul”. El capitán, al querer volver al “Chili” la misma noche, se acercó a la empresa francesa del Dique Seco, la cual le proporcionó una chalupa para volver a su embarcación, llegando aproximadamente a la 7 de la mañana y encontrándose con un saqueo a casi toda la embarcación.

“La tripulación del Chili se componía de 46 personas i transportaba además 18 pasajeros, todos los cuales se desembarcaron en Talcaguano.

El cargamento se componía de 10,802 bultos, i era compuesto como sigue, todo asegurado en diversas compañías: Procedente de Guayaquil, 1,400 sacos de cacao i una cantidad de coroza; de Paita, 713 balas de algodon, 169 sacos de semilla de ídem, 90 barriles de miel i un cajon de cera; de Pacasmayo, 810 sacos de azucar i 196 cueros; de Salaverri, 445 sacos de azucar, 120 cueros, 3 fardos pieles de carnero, 26 sacos metal de plata i 3 fardos lana; del Callao, 63 fardos lana, 2 cajones café, 2 id. De objetos de uso i uno de vino; de Cerro azul, 1900 sacos de azucar; de Pisco, 756 balas de algodon, 5 sacos de cobre viejo i 2 cajones de licores; de Mollendo, 3 zurrones café i 155 sacos metales de estaño; de Arica,1420 sacos metales de cobre, 909 idem. Metales de estaño, 282 zurrones de minerales de plata, 356 idem metales de plata, 231 cueros, 246 barras estaño, 60 sacos metales estaño,60 idem, 671 sacos ejes de cobre, 163 idem. Minerales de estaño, 302 barras de estaño, 1443 sacos ejes de cobre, I cajón pieles de chinchilla, 189 cueros, 18 barras de estaño i 240 sacos ejes de cobre; de Pisagua, 3,636 sacos de salitre; de Antofagasta, 319 sacos de minerales de estaño 1513 sacos metales de plata, 181 sacos minerales de estaño, 60 zurrones de plata, 828 idem minerales de plata. 771 id. id.id., 210 id. Minerales de estaño, 4 id. escorias arjentíferas, 785 id. barras de estaño, 5 cajones tubos de cobre, 20 fardos de ídem., 85 sacos metales de plata, 1490 sacos minerales de estaño, 7,425 sacos minerales de plata, 31 zurrones plata vieja, 31 sacos minerales de plata, i un cajón plata i oro; Peña blanca, 1344 sacos algarrobillas i 388 barras de cobre. En todo por un valor de mas de un millón de pesos.” Vidal Gormaz, Francisco. Algunos naufragios ocurridos en las costas chilenas desde descubrimiento hasta nuestros días Santiago, 1901

Es así como Vidal Gormaz describe la carga del Vapor francés que luego de naufragar fue saqueado presuntamente por algunos chilenos, comentó el capitán del navío, a lo que el gobernador marítimo desmintió y dejándolo escrito en actas oficiales, que veremos más adelante.