Vía www.nationalgeographic.com.es
Es al anochecer cuando el volcán Kawah Ijen, situado en el este de la isla de Java, muestra su aspecto más fascinante. Este gigante de fuego, de 2.386 metros de altura, es uno de los 143 volcanes que se hallan en activo en el archipiélago de Indonesia, un país constituido por miles de islas que se asientan sobre una de las zonas de la Tierra con mayor actividad sísmica y volcánica: el Cinturón de Fuego del Pacífico.
El Kawah, parte del complejo volcánico Ijen, ubicado en el interior de una gran caldera de 20 kilómetros de diámetro, es un volcán muy singular. Y es que, a medida que la luz solar va languideciendo, sus laderas refulgen cubiertas por una miríada de llamas azules que parecen avanzar por las vertientes como espectros incorpóreos. Azules e iridiscentes como pequeños neones danzantes, las flamas fulguran de forma constante en el Kawah Ijen, pero son muy tenues y solo pueden distinguirse en la oscuridad. ¿Su origen? Reacciones químicas inducidas por ciertas circunstancias físicas.
La peculiaridad de este volcán es el descomunal acúmulo de azufre que alberga en su interior. Un elevado porcentaje de este elemento químico emerge en estado líquido y desciende creando ríos rojizos que se solidifican y cristalizan en contacto con la atmósfera; se originan así grandes bloques de color amarillo intenso. Otra gran parte del azufre, sin embargo, es eyectada en estado gaseoso.